jueves, diciembre 02, 2004

 

Semana 17

Muy buenas:

Acá volvió la calma.

Y es que después de todo todo lo que pasó, el domingo 28 de noviembre, en el marco del primer Domingo de Adviento, pudimos por fin organizarnos con anticipación para algo, en este caso las festividades y actividades navideñas. El primer punto difícil a tratar fue la cancelación de las vacaciones a los júniores, y esto para poder contar con ellos en actividades que incluyan días recreativos pero también jornadas de oración y encuentro, y otras de reflexión sobre nuestro proyecto comunitario… mejor dicho, se trata de consolidar la comunidad naciente de los teatinos en Colombia.

Como el Padre Tulio ya no vendrá hasta finales de enero, el miércoles contamos con la visita de dos amigos del Padre Vladimir, uno se llama Armando, sacerdote del Vicariato Apostólico de Santa Bárbara, en Timbiquí, y, el otro, Alejandro, diácono y psicoanalista. Como estarás al tanto, un «vicariato apostólico» es aquel sector de la Iglesia que por alguna razón (pocos fieles, recién conversos, estructuras nacientes, diferencia de idiomas o ritos) no queda establecido como una «diócesis», aunque se asemeje a ella en muchos aspectos administrativos. En este caso se trata de una zona del Pacífico colombiano que está todavía en un nivel de vida muy rural y selvático. De esa región proviene también mi connovicio José.

Con Alejandro y con Armando tuvimos una muy buena plática, de esas que se tienen con amigos que uno ha tratado toda la vida. Quizá porque compartimos, como nos dimos cuenta, los mismos ideales: una Iglesia renovada al servicio de la evangelización nueva. Armando nos dijo:

–En mi ministerio siempre me siento como la mula del Pesebre: asistiendo al nacimiento de algo grande.

Después de esa grata experiencia también pudimos celebrar los cumpleaños del Padre Vladimir y del hermano Víctor Emerson, quienes nacieron ¡el mismo día del mismo año!

El jueves casi me muero de risa cuando me enteré que uno de los arbustos que tenemos junto al lago mayor es una planta de coca… ¿recuerdas la sorpresa que me llevé hace unas semanas conociendo las hojas? Bueno, ahora resulta que hasta en casa tenemos una mata enterita (no se aceptan pedidos, ¿entendido?)

El jueves también terminé la lectura de un librito de Paulo Coelho, Verónica decide morir, de 1998. A falta de más acontecimientos me gustaría compartirte los siguientes subrayados:

«Los locos siempre confían en la primera impresión» (Paulo Coelho, Verónica decide morir).

«Las personas nunca aprenden nada de lo que les cuentan, necesitan descubrirlo por ellas mismas» (Ídem).

«Locura es la incapacidad de comunicar ideas» (Id.).

«Si no quieres verte en apuros, divide siempre la responsabilidad» (Id.).

«El ser humano sólo se da el lujo de ser loco cuando las condiciones se lo permiten» (Id.).

«Cuanto más felices pueden ser las personas, más infelices se vuelven» (Id.).

«Las personas pierden la razón cuando intentan huir de la rutina» (Id.).

«No importa quien dice la verdad, importa quien tiene la razón» (Id.).

«… Entonces convidaron al gran maestro de la tradición sufí, Nasrudin, a dar una conferencia… Nasrudin fijó la conferencia para las dos de la tarde, y fue un éxito: se vendieron íntegramente los mil asientos y quedaron más de seiscientas personas afuera, que siguieron la disertación a través de un circuito cerrado de televisión.
»A las dos en punto entró un subordinado de Nasrudin e informó que por motivos de fuera mayor la conferencia se atrasaría. Algunos se levantaron indignados, pidieron que se les devolviera el importe de la entrada y se fueron. Pero aún así permaneció mucha gente dentro y fuera de la sala.
»Cuando el reloj señaló las cuatro de la tarde, el maestro sufí aún no había aparecido y la gente fue lentamente abandonando el local y recobrando el dinero de su entrada; al fin y al cabo el horario de trabajo estaba terminado y era la hora de regresar a casa. Cuando dieron las seis, los mil setecientos asistentes iniciales e habían reducido a menos de un centenar.
»En ese momento, Nasrudin entró. Parecía completamente borracho y empezó a decir tonterías de mal gusto a una bonita joven que estaba sentada en la primera fila.
»Pasada la sorpresa, los asistentes empezaron a indignarse: ¡cómo, después de hacerse esperar cuatro horas enteras, ese hombre se comportaba de tal manera! Entonces se oyeron algunos murmullos de desaprobación, pero el maestro sufí no les dio ninguna importancia, sino que continuó, a voz en cuello, alabando el atractivo de la chica y convidándola a viajar con él a Francia…
»Luego de proferir algunas palabrotas en contra de las personas que protestaban… Nasrudin intentó levantarse y cayó pesadamente al suelo. Indignadas, las personas asistentes decidieron marcharse, diciendo que todo aquello no pasaba de ser puro charlatanismo y que irían a los periódicos a denunciar aquel espectáculo degradante.
»Y así el grupo de ofendidos dejó el recinto. Nueve personas continuaron en la sala. Nasrudín se levantó; estaba sobrio, sus ojos irradiaban luz, y había en torno de él una aura de respetabilidad y sabiduría. “Vosotros, los que habéis quedado, sois los que me tenéis que oír –dijo. Habéis pasado por las pospruebas más duras en el camino espiritual: la paciencia para esperar el momento adecuado y el coraje de no decepcionarnos con lo que habéis encontrado. A vosotros os enseñaré”.
»Y Nasrudin compartió con ellos algunas de las técnicas sufís» (Id.).

«Manteneos locos, pero comportaos como personas normales. Corred el riesgo de ser diferentes, pero aprended a hacerlo sin llamar la atención» (Id.).

«Cuando todos sueñan y sólo algunos pocos realizan, el mundo entero se siente cobarde» (Id.).

«Todo esto forma parte de la vida y el precio de enfrentar estos pequeños problemas es menor que el precio de no reconocerlos como nuestros» (Id.).

Busca primero el reinado de Dios.
Charly

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