jueves, mayo 19, 2005

 

Semana 41

Hola, ¿qué más?

Esta semana muy tranquila respecto a la vida comunitaria, no así en la vida política y social de este bello pero revolcado país.

Resulta que hace unos días el principal sicario de uno de los narcotraficantes más famosos de la historia mundial, el colombiano Pablo Escobar, decidió dar a conocer su versión sobre el homicidio de un candidato presidencial liberal sucedido hace unos de quince años.

El sicario, mejor conocido en el bajo mundo como “Popeye”, decidió que a estas alturas de de su condena no tenía nada que perder, y decidió testificar ante un juez. Su historia le sirvió a la fiscalía de la Nación para resolver el caso. Mas el asunto no termina allí ni, como te digo, el homicidio era uno cualquiera. Ese asesinato es, si me lo permites, un símil de lo que nos pasó en México con Luis Donaldo Colosio en el 94. Imagínate que un buen día uno de los involucrados en aquel atentado se atreviera a testificar y nos soltara la friolera de que el autor intelectual fuese el mismísimo Presidente, en ese entonces Carlos Salinas (1988-1994). ¿Verdad que, aunque su confirmación no aportaría nada nuevo a la convicción popular, el simple hecho de darle seguimiento por los cauces legales a dicha prueba salvaría parte de la historia nacional contemporánea? Pues algo así de importante pasó con el tal Popeye. Y es que el candidato colombiano en aquella ocasión era un muy joven señor de nombre Carlos Galán, de tendencia liberal, que comenzó a aglutinar tantos adeptos que sería, con mucha ventaja, el Presidente de la República de Colombia en pleno auge de los cárteles de Medellín y de Cali. En ese entonces el Estado, una de las democracias más longevas en América del Sur, estaba planeando como salir del poder al que los habían sojuzgado los traficantes de coca. El joven aspirante presidencial enfilaba sus baterías hacia aquellas mafias y corría el rumor de que, en cuanto tuviera la autoridad suficiente, haría los trámites necesarios para extraditar hacia Estados Unidos a los “extraterrestres”, como se autodenominaban todos aquellos presos que los gringos buscaban enjuiciar en su tierra. En ese tiempo no eran en realidad “extraditables” porque habían logrado corromper a la Asamblea Constituyente y ésta había votado en contra de la existencia de este tipo de procesos. En ese ambiente, según Popeye, un político, poderoso de aquel entonces, le sugirió al mismísimo Pablo Escobar que matara al candidato peligroso. Luego de pensárselo, así pasó.

Y no es que fuese raro que lo mataran. Así como te lo digo: el mimo Popeye ha declarado en otras ocasiones la cantidad de homicidios que llevó a cabo –más de 500– y las veces que pagó o encargó la muerte de alguien –otros tantos cientos–. Y es que fue una época dura para este país y la situación que más lo ha envenenado hasta el día de hoy. Se pagaban 5 millones de pesos colombianos a aquel que demostrara haber matado a un policía; un poco menos al que indicara haberle herido o delatado. Desde entonces hasta el día de hoy la Policía Nacional no investiga ningún crimen y, si vas a hacer el denuncio de algún ilícito, te recomiendan que para la otra mejor mates al adversario y, te aseguran, sólo recogerán el cuerpo, no averiguarán nada. No miento, eso mismo le dijeron a mi Maestro una ocasión que tuvo que hacer una diligencia en la Personería. Es más, aquí el peor calificativo que pueden darte es el de ser “sapo”, es decir soplón, porque todo sapo debe ser el primero en morirse. Hasta los niños y las niñas del comedor se insultan diciéndose “sapos”. ¿No es esto la locura? Una de las recomendaciones que un padre de familia le dio en voz baja al Padre Ismael, por ejemplo, fue la de que, si aquí algún día veía algo (como la probable comisión de un delito), “usted no ha visto nada”.

Bueno, pues, el tal Popeye “sapeó” en esta ocasión nada más ni nada menos que a un Senador de la República, un tal Alberto Santofimio, de antigua familia política de renombre hoy venida a menos. Así, pues, el congresista fue arrestado e indiciado por la “comisión del magnicidio (así lo tipifican aunque el difunto no llegó a ser presidente) de Carlos Galán”, y ya está detenido. Toda una novela policíaca, ¿cierto?

Busca primero el reinado de Dios.
Charly

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