jueves, junio 23, 2005

 

Semana 46

Hola, ¿qué más?

Te cuento que ya terminamos con el comedor luego de casi un año de servicio y los demás hermanos han salido ya de vacaciones. Antes de partir, a dos aspirantes se les dieron las gracias y se han ido a su casita sin boleto de vuelta, aunque estos mismos quisieron permanecer hasta las últimas actividades pastorales del ciclo escolar que, por cierto, culminaron con las confirmaciones de casi 50 muchachos y muchachas este sábado, presididas por el excelentísimo Señor Gonzalo Restrepo, Obispo Auxiliar de Cali.

Al día siguiente los catequistas de Primera Comunión fuimos de paseo a ese balneario de Yanaconas que hace poco te comenté habíamos ido y que está enclavado en la montaña. Después leí que ese mismo día en mi Ciudad de México se inauguraba el servicio urbano de autobuses para transporte masivo conocido como «Metrobús». Te aseguro que me voy a asombrar cuando regrese, primero Dios, pero ya no sólo por el contraste económico entre la realidad que vivo ahora aquí y la de México, sino porque encontraré algunas de estas cosas nuevas que le habrán mejorado el rostro a la Capital. Ese sistema de buses, por cierto, es un invento sudamericano, pero te aseguro que allá no funcionará a la perfección porque les faltó una cosa que acá sí pudieron hacer –por los gobiernos centralistas que tienen–, eso que faltó fueron las expropiaciones de terrenos para ganar derecho de vía. La apropiación por parte del Estado de manzanas enteras fue, es y ha sido, vital para ciudades como la de Cali –según el sistema «Metrocali», como he visto–, o la de Bogotá –según dicen–, para mantener un trazado urbano sencillo, como te comenté en alguna ocasión.

En fin, me parece que en México el uso político del poder y los recursos públicos suele sacrificar la eficacia de algunas medidas que beneficiarían a muchísimas más personas en aras de mantener una poco lograda “paz social”. Y sin embargo, acá en eso sí hay eficacia, aunque no haya paz social. Aunque, pensándolo bien, tampoco mucha eficacia que digamos: te comparto que en esa misma edición dominical de El Tiempo destacaban en primera plana un descubrimiento increíble: la existencia de ¡una carretera clandestina! Camino que se extendía (¡más de 200 kilómetros!) entre los territorios dominados por los grupos paramilitares y que cruzaba varios departamentos. Los grupos llamados “paramilitares” surgieron, como sabrás, para autodefenderse de los grupos guerrilleros de orientación marxista-comunista que llegaron a ser incontrolables y que en un momento dado atentaron contra el Poder Judicial (la famosa toma del Palacio de Justicia por el M-19 hace dos décadas). Bueno, pues estos paramilitares voltearon la moneda y fueron ellos después los que llegaron a dominar gran parte del territorio colombiano. Eso, en última instancia, es lo que revela la construcción de esta pista que cruza la selva y la montaña, y que a lo largo está acondicionada con bombas de combustible, bodegas de municiones y, cómo no, sitios para descansar.

Busca primero el reinado de Dios.
Charly

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