jueves, junio 30, 2005
Semana 47
Holas.
El domingo pasado reapareció en la Casa Parroquial Benedictus, el gatito que le habían regalado al Padre Antonio y que había echo alarde de malabarismos saltando de la furgoneta el día que lo traían a la finca. El primero que lo vio de regreso fui yo cuando estaba tomándome un vaso de agua y escuché su saludo felino. No voy a negar que me asusté, sobre todo que ya habían pasado como dos semanas desde su último avistamiento. Sólo pregunté: « ¿Benedictus?». Y él pasó entre mis piernas.
Desde el lunes comenzamos los Campamentos de la Infancia Teatina Colombiana, CITCo, según sus iniciales, –esta ocasión también nosotros fuimos poco ingeniosos– con los niños del comedor y de la escuelita de las hermanas vicentinas, pequeños con los que los novicios hemos ido trabajando todo el año.
En toda mi vida es la primera vez que duermo en una tienda de campaña. También es la primera ocasión que paso la semana entera en la finca. Ha sido muy interesante para mí la responsabilidad, al menos relativa, que se nos ha otorgado al grupo de Novicios, ya que el Padre Pedro nos ha dejado hacer y deshacer, mientras él ha podido ocuparse más en los asuntos de la construcción del edificio en Cali, que tendría que estar listo para iniciar clases en septiembre.
Aunque he estado trabajando como burro coordinando la alimentación, ha habido momentos reconfortantes. Uno de los comentarios más impactantes para mí fue lo que dijo un niño: que lo que más extrañaría del campamento serían las tres comidas calientes al día, porque en su casa no tenían para hacerlas.
Busca primero el reinado de Dios.
Charly
El domingo pasado reapareció en la Casa Parroquial Benedictus, el gatito que le habían regalado al Padre Antonio y que había echo alarde de malabarismos saltando de la furgoneta el día que lo traían a la finca. El primero que lo vio de regreso fui yo cuando estaba tomándome un vaso de agua y escuché su saludo felino. No voy a negar que me asusté, sobre todo que ya habían pasado como dos semanas desde su último avistamiento. Sólo pregunté: « ¿Benedictus?». Y él pasó entre mis piernas.
Desde el lunes comenzamos los Campamentos de la Infancia Teatina Colombiana, CITCo, según sus iniciales, –esta ocasión también nosotros fuimos poco ingeniosos– con los niños del comedor y de la escuelita de las hermanas vicentinas, pequeños con los que los novicios hemos ido trabajando todo el año.
En toda mi vida es la primera vez que duermo en una tienda de campaña. También es la primera ocasión que paso la semana entera en la finca. Ha sido muy interesante para mí la responsabilidad, al menos relativa, que se nos ha otorgado al grupo de Novicios, ya que el Padre Pedro nos ha dejado hacer y deshacer, mientras él ha podido ocuparse más en los asuntos de la construcción del edificio en Cali, que tendría que estar listo para iniciar clases en septiembre.
Aunque he estado trabajando como burro coordinando la alimentación, ha habido momentos reconfortantes. Uno de los comentarios más impactantes para mí fue lo que dijo un niño: que lo que más extrañaría del campamento serían las tres comidas calientes al día, porque en su casa no tenían para hacerlas.
Busca primero el reinado de Dios.
Charly