jueves, febrero 24, 2005
Semana 29
Hola, ¿qué más?
Esta semana aunque con pocos acontecimientos, los que ha habido han sido bastante significativos de la época que estoy viviendo por acá. Como recordarás, la semana pasada la policía frustró algunos hechos delictivos justo en la finca de los vecinos. Esta semana la inseguridad me tocó más cerca todavía. Resulta que el viernes 18 de febrero Paco y yo habíamos decidido proyectarle a los chiquitos de los talleres una película apropiada para ellos. Habíamos escogido «Buscando a Nemo», de Píxar y Disney, y la conseguimos, pedimos también el proyector y el equipo de sonido al Padre Pedro y nos lo prestó, total que estaba todo listo para la proyección del video. Sólo faltaba preparar las crispetas (así le dicen acá a las palomitas de maíz). Me ofrecí a comprarlas en la tienda de la esquina porque sabía ya que allí encontraría el maíz y fui por ellas. De camino se me ocurrió buscar en otros establecimientos si es que había un precio menor. Fue así como seguí de largo, sin detenerme en esa tienda, y llegué hasta la de una cuadra más adelante. Cuando entré, la gente estaba seria y no me contestaba, tenía cara de espantada. Enseguida entró uno de los encargados corriendo y, por lo que dijo, deduje que le habían disparado dos balazos a alguien por la calle. Tratando de recordar si los había oído, te puedo decir que no escuché nada diferente a los ruidos normales del tráfico y la gente. De hecho toda esa semana hubo más ruido del normal porque en el Colegio estuvieron celebrando la Semana de la Colombianidad con muchos eventos y la visita de otras escuelas. Así que, aún con más gritos de lo normal, no aseguro haber escuchado ni un solo balazo ni nada que se les parezca. El caso es que, en cuanto me atendieron, me apresuré a regresar y entonces vi, en medio de un grupo de personas, un joven con la cabeza ensangrentada que subían a un taxi. No quise detenerme más y crucé la calle, pero en medio había manchas de sangre y, conforme avanzaba, me di cuenta de que las heridas las había sufrido justo en el umbral de la puerta de la tienda a la que yo iba a ir al inicio. Dicen que «iban por él», es decir, no era un asalto, pero tampoco era una «limpieza», sino una venganza. Hay entre los comerciantes de la zona una iniciativa clandestina para «limpiar» la zona de la escoria social. Esta iniciativa consiste en implementar una contraofensiva a los rateros y matones de la zona, asesinándolos a sangre fría. Del proyecto se encargan unas cuantas personas que viajan de noche en camionetas con vidrios polarizados a alta velocidad y que, sin embargo, son bien conocidas por todos los vecinos porque los extorsionan pidiéndoles dinero «por su propia seguridad». Como sea, el hecho de que pudo ser a mí al que le pasara o que me tocara verlo a mi lado es algo poco tranquilizador.
En este ambiente es en el que nos desenvolvemos. De hecho esa misma tarde, afuera de la capilla San Agustín en la que atienden el Padre Tony y algunos hermanos, hubo también una balacera. La capilla está ubicada en la zona de invasión conocida como Brisas del Cauca, que ocupa un espacio de reserva y de protección elevada contra desbordes del río Cauca conocido como «El Jarillón» (que se llamaría con más propiedad «farillón», con efe). Tiene a su lado una cancha de fútbol y ese día la estaban limpiando para poder usarla porque, como es común en las zonas inseguras, las áreas deportivas sociales se vuelven inútiles por falta de mantenimiento y se convierten en focos de infección social y nido de drogadictos y alcohólicos. En este caso, además, sirve de división entre dos pandillas diferentes. Algo no muy distinto a las escenas de la película brasileña «Ciudad de Dios». Pero, ahora que le han puesto alumbrado público, se podrá jugar hasta de noche en ese sitio. El caso es que mientras mucha gente colaboraba con la limpieza del terreno, comenzó una balacera en la que salieron heridas dos personas, entre ellas una niña a la que le arruinaron un tobillo.
Ya con el campo limpio, al día siguiente se desarrolló allí mismo un torneo de fútbol al que me habían invitado. Si bien me gustaría la pacificación del barrio, la verdad es que decliné todas las invitaciones por mi propia seguridad. Al final, el equipo que formaron algunos padres y hermanos perdió de todas formas.
El domingo, con mucha mejor suerte, el Padre Ismael, el hermano Emerson y yo participamos en un retiro de cuaresma para la capilla San Andrés, en la que ayudo desde que llegué acá. Me dejaron dar una charla breve sobre el encuentro con Jesús en la eucaristía para el que desarrollé el texto de los discípulos de Emaús.
Busca primero el reinado de Dios.
Charly
Esta semana aunque con pocos acontecimientos, los que ha habido han sido bastante significativos de la época que estoy viviendo por acá. Como recordarás, la semana pasada la policía frustró algunos hechos delictivos justo en la finca de los vecinos. Esta semana la inseguridad me tocó más cerca todavía. Resulta que el viernes 18 de febrero Paco y yo habíamos decidido proyectarle a los chiquitos de los talleres una película apropiada para ellos. Habíamos escogido «Buscando a Nemo», de Píxar y Disney, y la conseguimos, pedimos también el proyector y el equipo de sonido al Padre Pedro y nos lo prestó, total que estaba todo listo para la proyección del video. Sólo faltaba preparar las crispetas (así le dicen acá a las palomitas de maíz). Me ofrecí a comprarlas en la tienda de la esquina porque sabía ya que allí encontraría el maíz y fui por ellas. De camino se me ocurrió buscar en otros establecimientos si es que había un precio menor. Fue así como seguí de largo, sin detenerme en esa tienda, y llegué hasta la de una cuadra más adelante. Cuando entré, la gente estaba seria y no me contestaba, tenía cara de espantada. Enseguida entró uno de los encargados corriendo y, por lo que dijo, deduje que le habían disparado dos balazos a alguien por la calle. Tratando de recordar si los había oído, te puedo decir que no escuché nada diferente a los ruidos normales del tráfico y la gente. De hecho toda esa semana hubo más ruido del normal porque en el Colegio estuvieron celebrando la Semana de la Colombianidad con muchos eventos y la visita de otras escuelas. Así que, aún con más gritos de lo normal, no aseguro haber escuchado ni un solo balazo ni nada que se les parezca. El caso es que, en cuanto me atendieron, me apresuré a regresar y entonces vi, en medio de un grupo de personas, un joven con la cabeza ensangrentada que subían a un taxi. No quise detenerme más y crucé la calle, pero en medio había manchas de sangre y, conforme avanzaba, me di cuenta de que las heridas las había sufrido justo en el umbral de la puerta de la tienda a la que yo iba a ir al inicio. Dicen que «iban por él», es decir, no era un asalto, pero tampoco era una «limpieza», sino una venganza. Hay entre los comerciantes de la zona una iniciativa clandestina para «limpiar» la zona de la escoria social. Esta iniciativa consiste en implementar una contraofensiva a los rateros y matones de la zona, asesinándolos a sangre fría. Del proyecto se encargan unas cuantas personas que viajan de noche en camionetas con vidrios polarizados a alta velocidad y que, sin embargo, son bien conocidas por todos los vecinos porque los extorsionan pidiéndoles dinero «por su propia seguridad». Como sea, el hecho de que pudo ser a mí al que le pasara o que me tocara verlo a mi lado es algo poco tranquilizador.
En este ambiente es en el que nos desenvolvemos. De hecho esa misma tarde, afuera de la capilla San Agustín en la que atienden el Padre Tony y algunos hermanos, hubo también una balacera. La capilla está ubicada en la zona de invasión conocida como Brisas del Cauca, que ocupa un espacio de reserva y de protección elevada contra desbordes del río Cauca conocido como «El Jarillón» (que se llamaría con más propiedad «farillón», con efe). Tiene a su lado una cancha de fútbol y ese día la estaban limpiando para poder usarla porque, como es común en las zonas inseguras, las áreas deportivas sociales se vuelven inútiles por falta de mantenimiento y se convierten en focos de infección social y nido de drogadictos y alcohólicos. En este caso, además, sirve de división entre dos pandillas diferentes. Algo no muy distinto a las escenas de la película brasileña «Ciudad de Dios». Pero, ahora que le han puesto alumbrado público, se podrá jugar hasta de noche en ese sitio. El caso es que mientras mucha gente colaboraba con la limpieza del terreno, comenzó una balacera en la que salieron heridas dos personas, entre ellas una niña a la que le arruinaron un tobillo.
Ya con el campo limpio, al día siguiente se desarrolló allí mismo un torneo de fútbol al que me habían invitado. Si bien me gustaría la pacificación del barrio, la verdad es que decliné todas las invitaciones por mi propia seguridad. Al final, el equipo que formaron algunos padres y hermanos perdió de todas formas.
El domingo, con mucha mejor suerte, el Padre Ismael, el hermano Emerson y yo participamos en un retiro de cuaresma para la capilla San Andrés, en la que ayudo desde que llegué acá. Me dejaron dar una charla breve sobre el encuentro con Jesús en la eucaristía para el que desarrollé el texto de los discípulos de Emaús.
Busca primero el reinado de Dios.
Charly
jueves, febrero 17, 2005
Semana 28
¿Qué más?
La expresión « ¿qué más?» aquí en Colombia es usada para un saludo informal equivalente a otras como « ¿qué tal?» o « ¿qué onda?». Cuando la escuché por primera vez, no la entendí así, y me pareció que estaban o desesperados o aburridos.
¿Qué más, pues? Espero que chévere.
«Chévere», por su parte, es otro modismo y, aunque por eso su significado depende del contexto en el que se encuentre, te diría que figura en lugar de nuestra exclamación «padre» o como algo agradable en general.
Después de estas curiosidades léxicas colombianas déjame decirte que esta semana estuvo tranquila. No sé si sea pecado expresar lo siguiente, pero, después de la partida de Jaime y ahora que sólo somos cinco novicios, las cosas van mucho más tranquilas esta cuestión de mi vida comunitaria.
Además, esta semana llegaron de visita la madre y las tías del hermano José desde Timbiquí, un pueblito de la región del Pacífico colombiano. Así que aprovechando su estancia aquí, José organizó un paseo a la vecina ciudad de Buga para que conocieran el famoso santuario, ya que en toda su vida ellas nunca lo habían visitado. A las ocho de la mañana partimos con la buseta llena (a las camionetas de pasajeros les llaman «busetas» por acá). Me tocó manejar y también me tocó que me detuvieran en un retén de control, lo bueno fue que todos los papeles estaban en orden y que el sargento había sido seminarista (o sea, el charolazo, pues).
La ciudad de Buga es una de las más antiguas de Colombia, dicen que sus orígenes se remontan a la presencia de indígenas caribes. Como ciudad colonial desde 1555 tuvo los nombres de Nueva Jerez de Los Caballeros y, después, Guadalajara de Buga. Está sólo a unos 80 kilómetros de Santiago de Cali, en el centro del valle del Cauca. Entre sus principales atracciones está la basílica menor del Señor de los Milagros, donde se venera un cristo de caña cuya leyenda incluye la narración de una vez que lo iban a quemar y empezó a sudar. Dicen que la gente quitó la imagen del fuego y limpió el sudor con sus pañuelos y que al acercar éstos a los enfermos, ellos sanaban. El origen de la imagen es también legendario, pues se dice que llegó flotando en por el río y que una mujer piadosa fue su primera bienhechora cuando dio a un indigente la plata (así dicen acá a «la lana») que tenía destinada a la construcción de una ermita para la imagen. Lo cierto es que, alrededor de esta Iglesia, florece –como en otros santuarios– una gran industria de turismo religioso que apoya gran parte de la economía local y que su fama a nivel nacional le ha dado al municipio el título de «La Ciudad Señora, Buga la grande».
Para mí fue la tercera visita. Mi experiencia es que el lugar se presta poco a la oración por la multitud de peregrinos y por el estilo arquitectónico del templo. Construido en planta basilical, la nave principal tiene columnas que dificultan la visibilidad. Atendido por los Padres redentoristas, todo el conjunto religioso tiene elementos de mal gusto en su ornamentación: desde foquitos tipo feria que rodean todos los arcos del techo hasta televisores empotrados en las paredes que –a manera de pantallas gigantes– intentan suplir la falta de visibilidad para los peregrinos que se quedan en las puertas. Ah, y la fachada está pintada como si fuese de ladrillo rojo, que no lo es, y uno de lejos se la cree. ¿Cómo ves?
Lo bueno fue que, como paseo, aunque no como peregrinación, la visita a Buga me sirvió para recuperar ánimos y aprovechar bien la primera semana de Cuaresma en la que por las tardes tuvimos un retiro y varios temas sobre la vida teatina.
Entre los acontecimientos peligrosos está el intento de secuestro que fue frustrado por la policía la noche del miércoles 16 de febrero en las cercanías de Villa Providencia. Según nos contó don Germán que es uno de los empleados de nuestra finca, todo pasó en la misma carretera donde vivimos, justo en la finca de enfrente, cuando un grupo de maleantes intentaba localizar a uno de los hijos de la familia para cobrarse unos cuantos millones de pesos colombianos que les debía. La policía apareció en uno de esos encuentros providenciales y les incautó desde armas de alto calibre hasta granadas. Sin embargo, cuando nos enteramos nos sentimos muy desprotegidos, primero porque la policía tampoco suele ser muy oportuna en este país y, segundo, porque el día menos pensado nos sucede a nosotros lo mismo, no por tener deudas sino por vivir llamando mucho la atención.
Busca primero el reinado de Dios.
Charly
La expresión « ¿qué más?» aquí en Colombia es usada para un saludo informal equivalente a otras como « ¿qué tal?» o « ¿qué onda?». Cuando la escuché por primera vez, no la entendí así, y me pareció que estaban o desesperados o aburridos.
¿Qué más, pues? Espero que chévere.
«Chévere», por su parte, es otro modismo y, aunque por eso su significado depende del contexto en el que se encuentre, te diría que figura en lugar de nuestra exclamación «padre» o como algo agradable en general.
Después de estas curiosidades léxicas colombianas déjame decirte que esta semana estuvo tranquila. No sé si sea pecado expresar lo siguiente, pero, después de la partida de Jaime y ahora que sólo somos cinco novicios, las cosas van mucho más tranquilas esta cuestión de mi vida comunitaria.
Además, esta semana llegaron de visita la madre y las tías del hermano José desde Timbiquí, un pueblito de la región del Pacífico colombiano. Así que aprovechando su estancia aquí, José organizó un paseo a la vecina ciudad de Buga para que conocieran el famoso santuario, ya que en toda su vida ellas nunca lo habían visitado. A las ocho de la mañana partimos con la buseta llena (a las camionetas de pasajeros les llaman «busetas» por acá). Me tocó manejar y también me tocó que me detuvieran en un retén de control, lo bueno fue que todos los papeles estaban en orden y que el sargento había sido seminarista (o sea, el charolazo, pues).
La ciudad de Buga es una de las más antiguas de Colombia, dicen que sus orígenes se remontan a la presencia de indígenas caribes. Como ciudad colonial desde 1555 tuvo los nombres de Nueva Jerez de Los Caballeros y, después, Guadalajara de Buga. Está sólo a unos 80 kilómetros de Santiago de Cali, en el centro del valle del Cauca. Entre sus principales atracciones está la basílica menor del Señor de los Milagros, donde se venera un cristo de caña cuya leyenda incluye la narración de una vez que lo iban a quemar y empezó a sudar. Dicen que la gente quitó la imagen del fuego y limpió el sudor con sus pañuelos y que al acercar éstos a los enfermos, ellos sanaban. El origen de la imagen es también legendario, pues se dice que llegó flotando en por el río y que una mujer piadosa fue su primera bienhechora cuando dio a un indigente la plata (así dicen acá a «la lana») que tenía destinada a la construcción de una ermita para la imagen. Lo cierto es que, alrededor de esta Iglesia, florece –como en otros santuarios– una gran industria de turismo religioso que apoya gran parte de la economía local y que su fama a nivel nacional le ha dado al municipio el título de «La Ciudad Señora, Buga la grande».
Para mí fue la tercera visita. Mi experiencia es que el lugar se presta poco a la oración por la multitud de peregrinos y por el estilo arquitectónico del templo. Construido en planta basilical, la nave principal tiene columnas que dificultan la visibilidad. Atendido por los Padres redentoristas, todo el conjunto religioso tiene elementos de mal gusto en su ornamentación: desde foquitos tipo feria que rodean todos los arcos del techo hasta televisores empotrados en las paredes que –a manera de pantallas gigantes– intentan suplir la falta de visibilidad para los peregrinos que se quedan en las puertas. Ah, y la fachada está pintada como si fuese de ladrillo rojo, que no lo es, y uno de lejos se la cree. ¿Cómo ves?
Lo bueno fue que, como paseo, aunque no como peregrinación, la visita a Buga me sirvió para recuperar ánimos y aprovechar bien la primera semana de Cuaresma en la que por las tardes tuvimos un retiro y varios temas sobre la vida teatina.
Entre los acontecimientos peligrosos está el intento de secuestro que fue frustrado por la policía la noche del miércoles 16 de febrero en las cercanías de Villa Providencia. Según nos contó don Germán que es uno de los empleados de nuestra finca, todo pasó en la misma carretera donde vivimos, justo en la finca de enfrente, cuando un grupo de maleantes intentaba localizar a uno de los hijos de la familia para cobrarse unos cuantos millones de pesos colombianos que les debía. La policía apareció en uno de esos encuentros providenciales y les incautó desde armas de alto calibre hasta granadas. Sin embargo, cuando nos enteramos nos sentimos muy desprotegidos, primero porque la policía tampoco suele ser muy oportuna en este país y, segundo, porque el día menos pensado nos sucede a nosotros lo mismo, no por tener deudas sino por vivir llamando mucho la atención.
Busca primero el reinado de Dios.
Charly
jueves, febrero 10, 2005
Semana 27
Holas:
Espero que estés muy bien.
Desde el lunes 31 de enero comenzamos una nueva tarea de apostolado que viene a sumarse a lo que ya vamos haciendo. Se trata de «talleres de apoyo escolar» para niños de 5º, 6º y 7º grados de primaria. Esta vez la iniciativa surgió del hermano Paco para aprovechar las dos horas que tenemos libres por las mañanas, y que usábamos en otras actividades menos importantes, mientras esperamos la hora del almuerzo para ayudar en el comedor comunitario con el ingreso de los niños. Paco se encargó de organizar las actividades y los horarios. Cuando platicamos sobre la conveniencia de este proyecto, yo le sugerí que brindáramos de manera principal elementos que facilitaran la lecto-escritura. Él sugirió también algunos elementos de apreciación y sensibilización artística, sin faltar algunas actividades recreativas. Entonces, puestos de acuerdo, me pidió que les enseñara la parte de escritura. Así que tendré que desempolvar mi memoria, aceitar mi muñeca, sacudir mi creatividad y consultar la Internet, para acordarme de mis tiempos de estudiante y programar algo que sea útil, pero que no caiga en ser otra escuelita para los chiquitos porque, ni pondrán atención ellos, ni yo pienso que mi vocación sea la puericultura. Por lo pronto decidí comenzar con elementos de caligrafía, así de paso mejoro mi propia letra.
Sin embargo, a mí, al menos, se me acabó la emoción de este trabajo porque organizamos para ellos la primera visita recreativa. Los trajimos a la finca donde vivimos y se portaron muy mal. Con fortuna estuvieron aquí también los Padres Tony, Mauricio y Valdimir, quienes se dieron cuenta de cómo hasta se echaron un clavado al lago mayor, lo cual es muy peligroso porque no tiene la profundidad adecuada, pero, sobre todo, porque en el fondo hay algunas piedras filosas y yo mismo resulté con una rajada a lo largo de todo el pie cuando me metí en agosto pasado.
Pero, antes, y como te adelanté la semana pasada, el sábado se fue uno más de los novicios. El turno fue ahora de Jaime. Catalán de nacimiento –como sabrás, los nacidos en el Principado de Cataluña (España) no se consideran ellos a sí mismos «españoles» (lo mismo pasa con los vascos, por ejemplo, aunque el resto del mundo sí los identifiquemos como de dicha nacionalidad) – de cultura rural, si cabe, de familia conservadora (perteneciente al Opus Dei, según una de sus pocas confidencias), estudió su bachillerato hace veintidós años con los escolapios y hace como otros quince cursó algún diplomado de Teología en Barcelona. Alguna vez intentó ingresar al seminario diocesano de su región y su principal opositora fue su misma familia. Él creía que había habido rumores sobre poca idoneidad en el ámbito de su orientación sexual. Conoció a los teatinos por nuestro trabajo social en Barcelona e hizo su Postulantado en la Comunidad de Madrid. Llegó a Colombia antes que Paco y yo y, según él mismo nos espetó más de una ocasión, limpió y preparó nuestros cuartos, el de Paco y el mío, con la ilusión de que éramos mexicanos.
El asunto es que, con el paso del tiempo Jaime se fue distanciando solito del resto de nosotros, sus connovicios. Lo primero que sobre él me llamó la atención fue un seseo a la hora de pronunciar palabras que, al principio, pensé era una forma dialectal normal, mas con el paso del tiempo se me hacía insufrible. Después de comentarlo con algunos hermanos, pusimos en común otro aspecto que nos parecía alterado, un movimiento frecuente y reiterativo de su mano izquierda que subía y bajaba muchas veces, al grado que él mismo tenía que sujetársela con la derecha cuando estábamos en la capilla. Pero no sólo eso. Era poco capaz de conectar con lógica lo que nos decía y lo que nosotros veíamos de él. En muchas ocasiones nos ocultaba lo que hacía, aún cuando fuese evidente que no lo habíamos visto más que un ratito en todo el día. Es más, su salida no fue más que una de esas «profecías auto-cumplidas»: tanto pensó que lo espiábamos y lo vigilábamos que terminamos espiándolo y vigilándolo. Así fue como descubrimos que casi todos los días iba a algún supermercado de la cadena Éxito, que compraba con compulsión ropa interior masculina (le llegamos a descubrir paquetes como de veinte piezas), que acumulaba comida y numerosos suplementos alimenticios en su cuarto, etc. Su delirio de persecución nos hizo sospechar también de sus actividades en la Internet, a la que ingresaba todos los días y de la que, según intentaba, borraba todo el historial de navegación. Y digo que lo intentaba porque yo mismo, buscando entre las «cookies», unos archivos ocultos que sirven para identificar a qué páginas entra uno, encontré algunas fotos que apuntaban a la dirección de un sitio de hombres vestidos en ropa interior. Además, mucha gente lo vio caminar hablando por el templo, como si oyese sus propios pensamientos en voz alta, le hicieran comentarios y él dialogara con éstos. Digo, hay que orar, pero cuando platicas en voz alta todos los días sin excepción y sin dar testimonio de tu oración en tu vida, es probable que un fusible se te haya fundido, ¿cierto? Por último, sus relaciones interpersonales se deterioraron, y era muy introvertido. Era el único de todos nosotros que nunca hacía apostolado. Por caracterizarlo de alguna manera, sin considerarme psicólogo ni psiquiatra, y sin querer faltar a la caridad, diría que descubrimos en él cierto cuadro de esquizofrenia. Yo mismo propuse a los hermanos que si algún Padre encontraba la misma evidencia que nosotros conocíamos y él nos echaba la culpa, entonces pidiéramos que le aplicasen algún examen psicológico o alguna prueba psiquiátrica.
La gota que derramó el vaso, parece ser, fue una carta el Maestro vio en la computadora y que estaría redactada como si fuese el mismo Maestro el que la firmase. Después del descubrimiento, el mismo Jaime habría pedido salir de la comunidad, adelantándose, para que no le pidiesen explicaciones. Lo que más me sorprende es que no pudo haber un dialogo previo con nuestro Maestro para comunicarle lo que pensábamos sobre él, porque cuantas veces lo intentamos él mismo defendía a su connacional diciendo o que era su personalidad, o que no le aceptábamos, o que nos burlábamos del pobre. Cuando las cosas cayeron por su propio peso, sólo nos enteramos que se iba por una pregunta indiscreta de una hermana vicentina, como te comenté la semana pasada, pero no sabíamos la fecha ni la hora, así que, la noche del viernes que fue a buscarnos para despedirse, ya estábamos dormidos o a punto de hacerlo, por lo que, al menos yo, no pude decirle que se lo había dicho tantas veces. Ah, también me quedó claro el poco apoyo de su familia para seguir esta opción.
A pesar de eso, la noche del mismo sábado celebramos con mucha alegría la eucaristía en la que dos de nuestros hermanos colombianos, Fredy Armando y Jaiver, fueron admitidos al Postulantado. Como es normal en todas las congregaciones, el Postulantado es una etapa en la formación religiosa previa al Noviciado que consiste en pedir ser tomado en cuenta para ingresar a la comunidad. Por usar un símil, es como tocar a la puerta del monasterio y gritar: «aquí estoy, ábranme, por favor, para seguir a Cristo como ustedes». A Freddy le regalé El amor más grande, un libro que recopila reflexiones de la beata Madre Teresa de Calcuta. Espero que le sirva como a mí me ha servido la frase del evangelio que le da título: «El amor más grande es éste: dar la vida por los amigos» (Jn 15, 13).
Nosotros, por nuestra parte, cumplimos este día siete de febrero seis meses de Noviciado. No faltó, como ya se nos va haciendo costumbre, la reunión mensual para evaluar cómo vamos. Parece que este mes el Maestro hará énfasis en la parte de la pobreza. Por lo pronto, ya nos dio un repaso de los aspectos que implica profesar los tres votos desde las Constituciones, haciendo hincapié en el de la pobreza. Me gustó repasar los artículos que tratan estas cuestiones, y como que con seis meses de experiencia les cogí un sabor más profundo.
Por último, como sabes, el miércoles inició la cuaresma con el rito antiguo de la imposición de la ceniza, rito que por acá se hace con ceniza húmeda que parece casi lodo. Y, como es tradicional en muchos lugares, antes de tan solemne día hubo numerosos carnavales, de los cuales los de por acá los pudimos ver por televisión. El principal es el Carnaval de Barranquilla, considerado Patrimonio Oral de la Humanidad por la UNESCO, y del cual están muy orgullosos todos los colombianos.
Busca primero el reinado de Dios.
Charly
Espero que estés muy bien.
Desde el lunes 31 de enero comenzamos una nueva tarea de apostolado que viene a sumarse a lo que ya vamos haciendo. Se trata de «talleres de apoyo escolar» para niños de 5º, 6º y 7º grados de primaria. Esta vez la iniciativa surgió del hermano Paco para aprovechar las dos horas que tenemos libres por las mañanas, y que usábamos en otras actividades menos importantes, mientras esperamos la hora del almuerzo para ayudar en el comedor comunitario con el ingreso de los niños. Paco se encargó de organizar las actividades y los horarios. Cuando platicamos sobre la conveniencia de este proyecto, yo le sugerí que brindáramos de manera principal elementos que facilitaran la lecto-escritura. Él sugirió también algunos elementos de apreciación y sensibilización artística, sin faltar algunas actividades recreativas. Entonces, puestos de acuerdo, me pidió que les enseñara la parte de escritura. Así que tendré que desempolvar mi memoria, aceitar mi muñeca, sacudir mi creatividad y consultar la Internet, para acordarme de mis tiempos de estudiante y programar algo que sea útil, pero que no caiga en ser otra escuelita para los chiquitos porque, ni pondrán atención ellos, ni yo pienso que mi vocación sea la puericultura. Por lo pronto decidí comenzar con elementos de caligrafía, así de paso mejoro mi propia letra.
Sin embargo, a mí, al menos, se me acabó la emoción de este trabajo porque organizamos para ellos la primera visita recreativa. Los trajimos a la finca donde vivimos y se portaron muy mal. Con fortuna estuvieron aquí también los Padres Tony, Mauricio y Valdimir, quienes se dieron cuenta de cómo hasta se echaron un clavado al lago mayor, lo cual es muy peligroso porque no tiene la profundidad adecuada, pero, sobre todo, porque en el fondo hay algunas piedras filosas y yo mismo resulté con una rajada a lo largo de todo el pie cuando me metí en agosto pasado.
Pero, antes, y como te adelanté la semana pasada, el sábado se fue uno más de los novicios. El turno fue ahora de Jaime. Catalán de nacimiento –como sabrás, los nacidos en el Principado de Cataluña (España) no se consideran ellos a sí mismos «españoles» (lo mismo pasa con los vascos, por ejemplo, aunque el resto del mundo sí los identifiquemos como de dicha nacionalidad) – de cultura rural, si cabe, de familia conservadora (perteneciente al Opus Dei, según una de sus pocas confidencias), estudió su bachillerato hace veintidós años con los escolapios y hace como otros quince cursó algún diplomado de Teología en Barcelona. Alguna vez intentó ingresar al seminario diocesano de su región y su principal opositora fue su misma familia. Él creía que había habido rumores sobre poca idoneidad en el ámbito de su orientación sexual. Conoció a los teatinos por nuestro trabajo social en Barcelona e hizo su Postulantado en la Comunidad de Madrid. Llegó a Colombia antes que Paco y yo y, según él mismo nos espetó más de una ocasión, limpió y preparó nuestros cuartos, el de Paco y el mío, con la ilusión de que éramos mexicanos.
El asunto es que, con el paso del tiempo Jaime se fue distanciando solito del resto de nosotros, sus connovicios. Lo primero que sobre él me llamó la atención fue un seseo a la hora de pronunciar palabras que, al principio, pensé era una forma dialectal normal, mas con el paso del tiempo se me hacía insufrible. Después de comentarlo con algunos hermanos, pusimos en común otro aspecto que nos parecía alterado, un movimiento frecuente y reiterativo de su mano izquierda que subía y bajaba muchas veces, al grado que él mismo tenía que sujetársela con la derecha cuando estábamos en la capilla. Pero no sólo eso. Era poco capaz de conectar con lógica lo que nos decía y lo que nosotros veíamos de él. En muchas ocasiones nos ocultaba lo que hacía, aún cuando fuese evidente que no lo habíamos visto más que un ratito en todo el día. Es más, su salida no fue más que una de esas «profecías auto-cumplidas»: tanto pensó que lo espiábamos y lo vigilábamos que terminamos espiándolo y vigilándolo. Así fue como descubrimos que casi todos los días iba a algún supermercado de la cadena Éxito, que compraba con compulsión ropa interior masculina (le llegamos a descubrir paquetes como de veinte piezas), que acumulaba comida y numerosos suplementos alimenticios en su cuarto, etc. Su delirio de persecución nos hizo sospechar también de sus actividades en la Internet, a la que ingresaba todos los días y de la que, según intentaba, borraba todo el historial de navegación. Y digo que lo intentaba porque yo mismo, buscando entre las «cookies», unos archivos ocultos que sirven para identificar a qué páginas entra uno, encontré algunas fotos que apuntaban a la dirección de un sitio de hombres vestidos en ropa interior. Además, mucha gente lo vio caminar hablando por el templo, como si oyese sus propios pensamientos en voz alta, le hicieran comentarios y él dialogara con éstos. Digo, hay que orar, pero cuando platicas en voz alta todos los días sin excepción y sin dar testimonio de tu oración en tu vida, es probable que un fusible se te haya fundido, ¿cierto? Por último, sus relaciones interpersonales se deterioraron, y era muy introvertido. Era el único de todos nosotros que nunca hacía apostolado. Por caracterizarlo de alguna manera, sin considerarme psicólogo ni psiquiatra, y sin querer faltar a la caridad, diría que descubrimos en él cierto cuadro de esquizofrenia. Yo mismo propuse a los hermanos que si algún Padre encontraba la misma evidencia que nosotros conocíamos y él nos echaba la culpa, entonces pidiéramos que le aplicasen algún examen psicológico o alguna prueba psiquiátrica.
La gota que derramó el vaso, parece ser, fue una carta el Maestro vio en la computadora y que estaría redactada como si fuese el mismo Maestro el que la firmase. Después del descubrimiento, el mismo Jaime habría pedido salir de la comunidad, adelantándose, para que no le pidiesen explicaciones. Lo que más me sorprende es que no pudo haber un dialogo previo con nuestro Maestro para comunicarle lo que pensábamos sobre él, porque cuantas veces lo intentamos él mismo defendía a su connacional diciendo o que era su personalidad, o que no le aceptábamos, o que nos burlábamos del pobre. Cuando las cosas cayeron por su propio peso, sólo nos enteramos que se iba por una pregunta indiscreta de una hermana vicentina, como te comenté la semana pasada, pero no sabíamos la fecha ni la hora, así que, la noche del viernes que fue a buscarnos para despedirse, ya estábamos dormidos o a punto de hacerlo, por lo que, al menos yo, no pude decirle que se lo había dicho tantas veces. Ah, también me quedó claro el poco apoyo de su familia para seguir esta opción.
A pesar de eso, la noche del mismo sábado celebramos con mucha alegría la eucaristía en la que dos de nuestros hermanos colombianos, Fredy Armando y Jaiver, fueron admitidos al Postulantado. Como es normal en todas las congregaciones, el Postulantado es una etapa en la formación religiosa previa al Noviciado que consiste en pedir ser tomado en cuenta para ingresar a la comunidad. Por usar un símil, es como tocar a la puerta del monasterio y gritar: «aquí estoy, ábranme, por favor, para seguir a Cristo como ustedes». A Freddy le regalé El amor más grande, un libro que recopila reflexiones de la beata Madre Teresa de Calcuta. Espero que le sirva como a mí me ha servido la frase del evangelio que le da título: «El amor más grande es éste: dar la vida por los amigos» (Jn 15, 13).
Nosotros, por nuestra parte, cumplimos este día siete de febrero seis meses de Noviciado. No faltó, como ya se nos va haciendo costumbre, la reunión mensual para evaluar cómo vamos. Parece que este mes el Maestro hará énfasis en la parte de la pobreza. Por lo pronto, ya nos dio un repaso de los aspectos que implica profesar los tres votos desde las Constituciones, haciendo hincapié en el de la pobreza. Me gustó repasar los artículos que tratan estas cuestiones, y como que con seis meses de experiencia les cogí un sabor más profundo.
Por último, como sabes, el miércoles inició la cuaresma con el rito antiguo de la imposición de la ceniza, rito que por acá se hace con ceniza húmeda que parece casi lodo. Y, como es tradicional en muchos lugares, antes de tan solemne día hubo numerosos carnavales, de los cuales los de por acá los pudimos ver por televisión. El principal es el Carnaval de Barranquilla, considerado Patrimonio Oral de la Humanidad por la UNESCO, y del cual están muy orgullosos todos los colombianos.
Busca primero el reinado de Dios.
Charly
jueves, febrero 03, 2005
Semana 26
Buenas:
Esta vez no fue desidia, sino pocos acontecimientos relevantes los que han retrasado mi redacción semanal.
De no ser porque ya se arregló el pleitito entre Colombia y Venezuela, casi no habría nada que escribirte.
Esta semana se va por su propia voluntad otro novicio. Esta vez es Jaime, el catalán cuarentón, quien ya nos avisó organizará una plática para exponernos sus motivos. Lo curioso es que no fue por él sino por una monja por quien nos enteramos. Para no esperar otro numerito explosivo cuando ya él no esté, como pasó con Roberto, decidimos preguntárselo directo el mismo día que nos lo hicieron saber. Esperaremos a ver qué dice.
Busca primero el reinado de Dios.
Charly
Esta vez no fue desidia, sino pocos acontecimientos relevantes los que han retrasado mi redacción semanal.
De no ser porque ya se arregló el pleitito entre Colombia y Venezuela, casi no habría nada que escribirte.
Esta semana se va por su propia voluntad otro novicio. Esta vez es Jaime, el catalán cuarentón, quien ya nos avisó organizará una plática para exponernos sus motivos. Lo curioso es que no fue por él sino por una monja por quien nos enteramos. Para no esperar otro numerito explosivo cuando ya él no esté, como pasó con Roberto, decidimos preguntárselo directo el mismo día que nos lo hicieron saber. Esperaremos a ver qué dice.
Busca primero el reinado de Dios.
Charly